Guardianas del tacto
Tras realizar una investigación previa, en esta sesión sobre la relación entre lo femenino y lo salvaje, sobre el cuidado, les proponemos a las vecinas de Vejer que moldeen en barro un amuleto de protección que contenga la fuerza de lo femenino.
Unos días antes de realizar esta acción en septiembre, hablamos con una de nuestras vecinas, Maria Oliva Varo Melero. Le explicamos la idea y ella empezó a hablarnos de su madre y de los objetos que conservaba de ella. La máquina de coser, era un amuleto heredado. También el lebrillo donde la madre de María Oliva harinaba el pescado. Esos objetos llenos de memoria, de usos, habían dejado de ser utilizados para pasar a ser consagrados como objetos de culto.
En la sesión, las vecinas moldearon principalmente escenas. Madres con la mesa puesta, madres con las puertas de casa abiertas, madres “friyendo un montón de papas porque éramos 8 niños en casa, mis cuatro hermanos y cuatro primos que mi madre había recogío”, como nos cuenta Inma Alba. Figuras estilizadas que conectan con pájaros, cuerpos embarazados…
Hablamos de nuestras madres, de nuestro sentir de lo femenino como aliento protector, exuberante, pero también decrépito, desecho. También hubo madres que fuman y madres que ven la tele, en el recuerdo de algunas de las participantes. Las madres de las madres también se asomaron en el recuerdo para convertirse en presencia y forma. Las vecinas moldearon en barro, sobre todo, imágenes que remiten al cuidado que se genera en el hogar. Celebramos estar juntas y al sol. Merendamos y nos tocamos sin tocarnos.
Le dimos tiempo y lugar al tacto.
Ser su guardiana es una tarea larga.