Miguel Ángel Gomar Gallardo
1975 / ES
En mi tierna infancia y con anterioridad a que yo viniera al mundo, Santa Lucía (Vejer) era un vergel donde abundaba el agua, la vegetación y las plantas. Sobre todo una, que desde una punta del arroyo hasta su extremo más alejado siempre estaba acompañada por la caña, la caña del país. Parece ser que se trata de una planta invasiva pero como mi relación ha sido tan estrecha con ella a mí no me lo parece.
A los 10 años de edad aproximadamente empieza mi relación con ella de forma laboral. También ha formado parte de los niñ@s de mi generación de forma lúdica ya que jugábamos a juegos populares como saltar con pértiga, de caña por supuesto o utilizábamos los canutos de las mismas para hacer pompas de jabón etc, etc…
Mi padre en parte de su actividad laboral también se dedicaba a hacer canastas, forros de asientos y construcciones mayores. Así que no quedaba más que ayudar en la economía familiar.
El uso de recipientes de plásticos era infinitamente menor a el de hoy. Abundaban los recipientes hechos de caña, una labor artesanal que estoy orgulloso de haber aprendido ya que me parece que es «la caña».
Esta simbiosis entre el ser humano y el medio ambiente es más que un aprovechamiento de los recursos naturales. Fue una forma de vida, que estaré orgulloso de compartir con ustedes.