El ciclo del suelo Vivo
»El suelo es una metáfora para todo el sistema natural.»
Satish Kumar / Soil, Soul and Society
Una propuesta de creación participativa que pretende activar procesos de regeneración del suelo a partir de la siembra de un jardín circular de árboles, arbustos y plantas fijadoras de nitrógeno, que funcionan como biofertilizantes naturales impulsando un crecimiento saludable de la vegetación. La conformación de la idea se inspira en la agricultura sintrópica, que crea comunidades agrícolas biológicas inspiradas en los bosques, con la intención de crear nuevas fuentes de sustento y recuperar la naturaleza.
»Curar las heridas de la tierra en el proceso de curar las nuestras.»
Wangari Maathai / Premio Nobel de la Paz
El suelo es la piel del paisaje, la corteza que nos protege, nos sustenta y nos sujeta a la vida. Esta piel, biológicamente activa, es un espacio de interconexión de diversas expresiones de vida, en la que conviven el lecho rocoso, hongos, bacterias, hermandades de organismos beneficiosos junto con la comunidad vegetal y animal de la superficie. Esta propuesta, diseñada para compartir un proceso participativo de realización, pretende abrir un espacio de reflexión sobre la coreografía dinámica que generan estas relaciones en, bajo y sobre la piel del suelo. El cuidado del suelo es una de las claves fundamentales para aminorar los efectos negativos del cambio climático. Los suelos cumplen la función vital de ser los segundos sumideros de CO2, después de los océanos. Como expone la FAO, es imprescindible “la mejora de las prácticas agrícolas y del manejo del suelo que aumenten el carbono orgánico del suelo – como la agro-ecología, la agricultura ecológica, la agricultura de conservación y la agro-silvicultura – aportan múltiples beneficios. Producen suelos fértiles que son ricos en materia orgánica (carbono), mantienen las superficies de suelo con vegetación, requieren menos insumos químicos, y promueven la rotación de cultivos y la biodiversidad”.1
Los ciclos del carbono y del nitrógeno son dinámicas fundamentales para comprender la necesaria red de interrelaciones que posibilita la vida. El nitrógeno posibilita el crecimiento de las plantas, que a su vez son fundamentales para retener el exceso de carbono atmosférico. El nitrógeno es el principal componente de la atmósfera terrestre, siendo su proporción de un 78 %. Es un componente esencial para los seres vivos ya que posibilita el crecimiento de las plantas, que sirven a su vez de alimento a otros seres vivos. El nitrógeno atmosférico no es asimilable por los organismos. Necesita ser transformado a través del ciclo del nitrógeno. Por esto, es fundamental la presencia de algunas plantas que producen relaciones simbióticas y hacen posible la fijación de N2 en las raíces, como las leguminosas así como la presencia de herbívoros en las praderas. Investigaciones científicas han demostrado “el papel clave de la deposición de nitrógeno como modulador de las respuestas de estos bosques al cambio climático. Los científicos apuntan a una clara interacción entre estos dos componentes del cambio global (deposición de nitrógeno y cambio climático), de manera que el aumento de la deposición de nitrógeno podría atenuar los impactos del esperado aumento de los ciclos de secado y rehumedecido con el cambio climático sobre importantes procesos del suelo”.2
Resumiendo, el nitrógeno funciona como un biofertilizante natural que impulsa la actividad de microorganismos beneficiosos, protegiendo las raíces ante plagas y enfermedades, generando mayor resistencia a las sequías, evitando la erosión, facilitando absorción de agua y aumentando las posibilidades de germinación y productividad de las semillas.
Lucía Loren
Esquema básico del diseño:
1.- ESTANQUE – En el centro del diseño, se sitúa un estanque pensando en anfibios, pájaros e insectos.
2. TOROIDE – Apelando a la simbología de lo cíclico, se sitúa un toroide tejido con materiales de desecho de poda, para facilitar el crecimiento de trepadoras alrededor del estanque.
3. BANCALES CIRCULARES: distribuidos en forma de mandala, rentabilizan el espacio cultivable y minimizan la necesidad de caminos. 6 bancales de siembra con partes destinadas a forraje.
4. GALLINERO MÓVIL: construido con caña y bambú locales, cada mes se traslada a un bancal, en el que encaja en medidas. Aportando sulfatos, oxigena la tierra y aporta huevos y formas de pensar en lo doméstico.
5. CAMINOS: los caminos están excavados en forma de zanjas y llenos de materia orgánica seca que impide que se llenen de barro. Luego pueden aportar más nutrientes a los bancales, en el momento que sea necesario renovarlo.
6. ANILLO SINTRÓPICO: Acabando el diseño con un anillo externo, se sembraron densamente y observando alturas y funciones de regeneración, 92 árboles de 16 especies diferentes, para generar la mayor densidad posible. La primera mitad, frutales locales. La otra mitad, fijadores de nitrógeno necesarios para la primera fase del proyecto. Tras unos 7 años de crecimiento aportarán biomasa, a través de una poda selectiva, quedando la huerta rodeada por frutales, cortavientos y algunas especies de árboles fijadores de nitrógeno.
- Portal de suelos de la FAO
- El nitrógeno determina los efectos de cambio climático en los microorganismos del suelo.